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Diagnóstico del Trastorno de Personalidad Anancástica
Para diagnosticar un trastorno de personalidad anancástica, los pacientes deben presentar un patrón persistente de preocupación por el orden, perfeccionismo y control sobre sí mismos, los demás y las situaciones. Este patrón se manifiesta con la presencia de al menos cuatro de los siguientes elementos:
Preocupación por los detalles, reglas, horarios, organización y listados.
Esfuerzo por hacer algo a la perfección, lo que interfiere con la finalización de las tareas.
Devoción excesiva al trabajo y la productividad (no debido a necesidad financiera), resultando en el abandono de actividades recreativas y amistades.
Escrupulosidad excesiva, meticulosidad e inflexibilidad con respecto a cuestiones éticas y morales.
Falta de voluntad para desechar objetos desgastados o inútiles, incluso sin valor sentimental.
Renuencia a delegar o trabajar con otras personas a menos que estas sigan exactamente las instrucciones del paciente.
Enfoque mezquino al gastar dinero, viendo el dinero como algo que debe guardarse para futuros desastres.
Rigidez y obstinación.
Además, los síntomas deben haber comenzado en la edad adulta temprana.
Tratamientos y Enfoques Terapéuticos
La terapia psicodinámica y la terapia cognitivo-conductual pueden ser efectivas para tratar el trastorno de personalidad obsesivo-compulsiva. A veces, durante la terapia, el paciente puede parecer orientado psicológicamente y detallado en sus conversaciones, pero estas pueden carecer de afecto y no conducir al cambio.
Nuevo Marco Explicativo
Este artículo pretende presentar un nuevo marco explicativo del trastorno, basado en diversas teorías, como la teoría psicoanalítica de las relaciones objetales, la teoría estructural de la personalidad, el enfoque modular-transformacional y la teoría de las dos subpersonalidades.
Según este estudio, la personalidad anancástica es un estado activado por estímulos condicionantes como consecuencia de una traumatización prolongada y de incidentes traumáticos leves pero continuos en el tiempo con personas significativas.
Terapia de las Dos Subpersonalidades
La terapia de las dos subpersonalidades sugiere que todos tenemos dos personalidades o consciencias. La primera consciencia es cómo se siente y actúa el yo con respecto al otro, y la segunda consciencia no solo observa a la primera, sino que la vigila, la juzga y tiene poder e influencia sobre ella. La personalidad siempre se define en relación a otra, en una relación interpersonal entre tú y el otro (persona, grupo, etc.). Además, existe un intermediario entre estas dos partes de la relación.
La terapia de las dos subpersonalidades indica que este yo traumático constituye una personalidad, denominada personalidad número uno, que establece una relación con el objeto (por ejemplo, un progenitor traumatizante). Entre el yo traumático y el objeto, hay un intermediario, la personalidad número dos.
Evolución de la Personalidad Anancástica
La personalidad anancástica suele desarrollarse en individuos que han tenido una persona significativa en su vida que los critica, juzga, exige y prohíbe determinadas conductas. Esta voz crítica se convierte en parte de la personalidad del anancástico a través del yo intermedio. Este yo intermedio severo se basa en las expectativas de logro y perfección de los progenitores para evitar la crítica, la desaprobación y la culpa. Incluso sin la presencia del progenitor crítico, el individuo ha internalizado esta voz crítica y exigente.
En otras personalidades, aunque haya habido un progenitor crítico y perfeccionista, esta crítica no se internaliza de la misma manera, y las conductas anancásticas solo se presentan en presencia del progenitor.
La personalidad anancástica evoluciona de ser víctima de un yo intermedio traumático a convertirse en crítica y perfeccionista hacia los demás. Para evitar el sufrimiento causado por este yo intermedio, desarrollan defensas basadas en conductas perfeccionistas, logros, ambición y críticas hacia los demás.
Objetivo de la Terapia
El objetivo terapéutico es fortalecer y mejorar el funcionamiento del yo intermedio, modificándolo hacia un yo intermedio más saludable. Esto se logra mediante dos técnicas principales: el psicoanálisis basado en la transferencia (la proyección de partes de la personalidad en el analista) y la contratransferencia (la reacción del analista a esas partes proyectadas), así como mediante la hipnosis. La hipnosis, un estado especial de consciencia entre el sueño y la vigilia, trabaja con imágenes y recuerdos para facilitar el cambio.