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Tengo deseos de escribir y, al comenzar, me surgen pensamientos como "qué mal escribes", "qué simple eres", "se van a reír de ti", "es una tontería". Estas son las voces del superyó.
Para entender los fundamentos del psicoanálisis, debemos conocer la hipnosis y la estructura de la personalidad según su fundador, Sigmund Freud. Freud concibe la personalidad formada por varias estructuras y, a lo largo de su experiencia clínica, identificó una estructura con antecedentes en la hipnosis.
La hipnosis es una técnica que induce un estado intermedio entre la vigilia y el sueño, haciendo que la persona hipnotizada acepte las palabras del hipnotizador por sugestión, sin evaluarlas lógicamente. En este estado, el hipnotizado obedece las órdenes sin cuestionarlas.
Existen muchas explicaciones sobre la naturaleza de la hipnosis, pero la más interesante desde la perspectiva del superyó es la de Freud. Freud identificó una parte de la mente que nos observa, vigila, juzga y nos impulsa a hacer o no hacer determinadas cosas. Esta parte actúa como intermediario entre el yo y el objeto (persona, animal, cosa), y su funcionamiento es inconsciente o preconsciente. Inicialmente llamada "Ideal del Yo", Freud la denominó después "superyó".
En la hipnosis, el superyó es reemplazado por la voz del hipnotizador, quien actúa como el superyó del sujeto hipnotizado. El hipnotizador se convierte en el intermediario entre el sujeto hipnotizado y su relación con el objeto. Así, el superyó es la parte hipnotizadora de la mente que hipnotiza a otra parte, ordenando y mandando sobre lo que debe hacer.
Este superyó está siempre presente y notamos su influencia en nuestras decisiones y bloqueos. Se manifiesta en primera persona, pero realmente actúa en segunda persona, observando y vigilando lo que hacemos y pensamos. El superyó tiene dos funciones: la autoritaria o tanática y la protectora o eros.
En los sueños, el superyó aparece personificado y dialoga con el yo. Los sueños de examen indican que para el superyó aún no has superado la prueba, aunque objetivamente sí lo hayas hecho. No hay un solo superyó; existen múltiples, de diferentes épocas y evoluciones.
Si el mediador entre el objeto y el sujeto no se ha desarrollado lo suficiente, puede surgir un superyó lábil que desplaza sus funciones a un superyó externo, a otra persona. Esto también puede suceder porque el sujeto tiene un superyó primitivo, cruel y exigente, que se alía con el superyó de otra persona. Por ejemplo, si alguien te critica diciendo que no sabes hacer nada, tu superyó podría reforzar esa crítica diciéndote: "Te das cuenta, es verdad que no sabes hacer nada".
La función protectora del superyó defiende el narcisismo y la valía personal del sujeto, atacando a quienes hieren su autoestima. El superyó es una protoconsciencia, una parte automatizada de la consciencia. Aunque puedes silenciarlo, eventualmente volverás a escuchar sus voces y bloqueos. A veces, el superyó se vuelve narcisista y se cree superior, convirtiéndose en un superyó maníaco o engañador.
Para trabajar con el superyó, debemos desarrollar la consciencia, el "darse cuenta" y reemplazar el superyó inconsciente y automático por otro consciente. Esto implica convertirse en el hipnotizador de uno mismo, desarrollando la función reflexiva, donde la parte hipnotizada se percata y toma consciencia de su parte hipnotizante y del poder de influencia sobre sí misma.