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El Articulo de Freud de 1914 llamado introducción al narcisismo significo el establecimiento de una nueva dimensión en psicoanálisis. Hasta la aparición de este trabajo, el centro de atención en la teoría freudiana era la pulsión, la sexualidad, la búsqueda de placer. Freud comienza a observar en su la labor clínica una nueva dimensión de la experiencia, la necesidad de reconocimiento y valía. Toda persona siente la necesidad de ser alguien para el otro, de gozar de cierto prestigio, de valer para los otros, de ser reconocido por los otros. Así surge el motor y la potencia, motor básico de la existencia humana. Esta dimensión es capaz de prevalecer sobre otras dimensiones del psiquismo, en concreto las asentadas en la pulsión.
Lo que muestra el psicoanálisis es que para que una persona tenga un narcisismo sano es necesario que alguien desde fuera nos narcisice, nos reconozca, el narcisismo no se desarrolla sino en el contacto con los otros.
Toda persona siente la necesidad, aunque sea inconsciente, de ser alguien, de gozar de cierto prestigio, de valer para los otros, de ser deseado por los otros. Es la dimensión narcisista de la personalidad. Todos necesitamos de un otro que nos escuche y apruebe, que nos reconozca y nos guíe, y ese fue W.Fliess. El Gran Yo de Freud .
Contrariamente a Charcot y Breuer, Fliess iba a escuchar a Freud. Le escuchó sobre sus ideas más osadas y atrevidas sobre sexualidad. En 1926 Freud publica su segunda teoria tripartita de la personalidad en el ello, yo y superyó.
Con Fliess comienza el nacimiento del psicoanálisis desde la segunda teoría de la personalidad de Freud. La importancia de la instancia de la personalidad llamada primero Ideal del yo y después Superyó, la instancia encargada de velar por la satisfacción narcisista del yo, vigilando continuamente el pequeño yo y comparándolo con uno ideal, cumpliendo con esto la función reguladora del narcisismo.